En ocasiones se
dice que una casualidad o una necesidad pueden llevar a los mayores
descubrimientos. Sin duda a lo largo de la historia han sido muchos
los inventos que han tenido su origen
en una necesidad concreta de su
creador, como fue el caso de las aspiradoras Hyla.
En 1990 los ingenieros Janez Pogacar y Doro Erjavec se encontaron con la necesidad de crear un aparato capaz de mejorar la calidad de vida de la esposa de Erjavec, alérgica a los ácaros del polvo. Dado que las aspiradoras convencionales no lograban solventar las molestias que padecía, dieron con la solución gracias a la creación de un producto que no pierde capacidad de succión y que al no utilizar bolsas para acumular la suciedad no permite que los ácaros presentes en el polvo continúen esparciéndose.
En 1990 los ingenieros Janez Pogacar y Doro Erjavec se encontaron con la necesidad de crear un aparato capaz de mejorar la calidad de vida de la esposa de Erjavec, alérgica a los ácaros del polvo. Dado que las aspiradoras convencionales no lograban solventar las molestias que padecía, dieron con la solución gracias a la creación de un producto que no pierde capacidad de succión y que al no utilizar bolsas para acumular la suciedad no permite que los ácaros presentes en el polvo continúen esparciéndose.
Hyla Swarovski
Desde aquella
primera necesidad, Hyla ha crecido
hasta convertirse en una empresa con presencia en más de 40 países
y con sede principal en Stuttgart, Alemania. Una empresa que prima la
relación con sus clientes de modo que le permita adaptar sus
productos a las verdaderas necesidades del mercado. En cuanto a su
filial Hyla Ibérica se estableció
en 2010 con el fin de distribuir los
productos de Hyla en España, abogando por la difusión del espíritu
de la empresa, comprometido con la mejora de la salud y el bienestar
en el hogar a través del uso de sus aparatos que reducen los efectos
de los alergenos en el ambiente.